Manipulación o Mercenarios del poder político – policial.



Manipulación o Mercenarios del poder político – policial.
Uno de los problemas actuales más vistos en los últimos tiempos son los abusivos ascensos en los cargos de policías que, por decirlo vulgarmente, se cuelgan de cualquier partido político  buscando beneficios de índole personal o de ideologías político partidistas, con los consabidos movimientos internos de la jerga policía que traen consigo ascensos descalificados logrando puestos de poder, dinero en efectivo a través del mal manejo de fondos económicos policiales y protección política durante su permanencia en los puestos alcanzados.
Esta clase de nueva de seudopolicías ha generado cierto grado de conflictos internos con causas notorias que repercuten en la seguridad pública diaria y en las relaciones interpersonales de los efectivos policíacos, en último caso.
Estos bien llamados buchones de turnos se caracterizan por husmear entre sus pares las tendencias ideológicas y aportar, a su protector político, la mayor cantidad de datos sobre los lineamientos que la fuerza policial la actualidad. Este gasto o abuso de confianza sobre sus pares radica en la necesidad de ser reconocidos y aumentar un rango por sobre el otro, como si fuera un ranking de logros político policiales para alcanzar necesariamente.
No obstante ciertos políticos de turno los acomodan en sus relaciones hasta el punto de ser de total objeto de sus apetencias personales y políticas, en todos los casos responden a un acostumbrado sistema de preferencias y beneficios que no dejan de ser extremadamente abusivos e intolerantes.
Se presenta con mayor repercusión en los Jefes policiales que gestionan y elaboran estrategias muy audaces para poder lograr tales beneficios en muy corto plazo y con el consiguiente desgaste de internas político policiales, dejando de lado la premisa de los valores ético-policiales que caracteriza a este tipo de fuerzas que su única misión es combatir el delito en nuestra provincia.
Hoy, por ejemplo, vemos algunos Jefes de escasa antigüedad que intentan posicionarse bajo el sustento político social en camarillas o grupos de poder, que solo aspiran a sitios protegidos y de cierto grado de confort u status que denominamos” jefaturas de beneficios”.
Esta nueva clase de policías están llevando a cabo misiones del tipo conspirativas contra la política actual, involucrando situaciones tales como espionaje o terrorismo de suelo, persecuciones ideológicas entre sus pares y abuso de poder en todos los aspectos y por sobre sus pares. Movimientos que traen un profundo desgaste interno que demuestra en todos los casos que la conspiración no es solo contra las internas policíacas sino contra el Gobierno de turno.
La carrera policial ya se ha acabado y las perspectivas de alcanzar por motus propio una posición significativa ya es casi imposible. Entonces la vacuna antipolítica está funcionando como único modo de lograr alcanzar las metas y mejoras en dicha Institución.
Hoy se habla de gestiones de seguridad y no de planes de trabajos; hoy se habla de gestiones y apetencias individuales y no de trabajos mancomunados y  grupales. Este concepto nos alarma a la hora de que cada uno de los Policías de Mendoza están respondiendo a una ambigüedad de criterios que va a repercutir en un grado elevado de intolerancia en la seguridad pública de nuestro pueblo.
La manipulación llega a tal punto que en el ámbito policial, estos gestores (seudospolicías) introducen y comercializan con las tendencias políticas dentro y fuera de las filas policíacas, a tal punto de no respetar los parámetros formales ideológicos proselitistas del mismo partido de origen, llegando a introducirse en el seno de uno u otro partido político con sendas invitaciones a reuniones u ágapes fraternales, partiendo de la premisa que el objetivo final es posicionarse sobre el resto de los oficiales de carrera que bregan porque no exista la política en los temas diarios de seguridad y prevención.
La teoría conspirativa que está atravesando la Política actual nos habla de una transgresión notable de principios morales y éticos. La misma ha llegado a las Instituciones públicas como la Policía, que en ciertos casos coadyuga con los ideales antidemocráticos de vieja data, donde el que opina es clasificado tendenciosamente como transgresor al Ministerio policial de turno. La ley del Policía actualmente no permite que ningún policía esté afiliado a partido alguno. Hecho que desconcierta totalmente a la mayoría en tanto los actuales Jefes policíacos se encuentran afiliados moralmente y hacen de este juego un notable juego de ajedrez, donde las piezas caen y se mezclan abruptamente dentro de un seno de desconfianza.
Si en todo caso fuese con el mismo objetivo, los integrantes del grupo policial podrían participar en todo caso en un “juego de damas”, donde la diferencia radica en la premisa de igualdad, pero con ciertos opuestos, como debería estar sucediendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario